I promise to eventually write an English version of this article, though it might take some time because I’m at the Socialism Conference this weekend.
Normalmente no me meto a comentar sobre política paraguaya. Ya hace cinco años que no vivo allá, y por lo tanto estoy muy desconectado de lo que pasa—mis únicas fuentes son los diarios en internet, que no son exactamente las publicaciones más confiables del mundo. Pero busqué y busqué, y todavía no encontré una crítica al gobierno de Lugo con una perspectiva de izquierda. Siempre es: los colorados y oviedistas hace rato luego que ya lo querían sacar, los liberales son unos traicioneros; no se respetó el debido proceso, la destitución fue un golpe de estado, o por lo menos fue ilegal; y hasta “pobre angá Lugo no respetaron sus derechos humanos“.
Pero habría que ser extremadamente ingenuo, y carecer completamente de cualquier conocimiento de la historia, para creer que esos son los motivos por los que Lugo perdió el poder. ¿A quién le sorprende que los colorados y oviedistas no lo quieran a Lugo? ¿Hay alguien que no sabía que la alianza de los liberales era solamente para mejorar su posición política? ¿Acaso hay gente que cree que si se respetaba el debido proceso no se lo hubiera destituído a nuestro ex-presidente? Por lo menos espero que no.
Entonces, ¿dónde estuvo el error? Como izquierda, ¿qué hicimos mal? Y ¿qué hacemos ahora? Esas son las preguntas que nos deberíamos preguntar, y no estar buscándole la culpa a los políticos burgueses. Ellos hicieron, y siempre van a hacer, lo que está en sus intereses y en los intereses de la clase dominante. Lo que nos toca a nosotros es luchar contra su poder a cada paso, y asegurarnos de que no tengan la capacidad de hacer lo que quieren con nuestro país y nuestro gobierno.
Un poco de historia
Para los que no saben, Paraguay fue dominado por la dictadura ultra-derechista de Alfredo Stroessner por 35 años. Como dijo él, Paraguay fue en ese entonces “el país más anti-comunista del mundo”. Por lo tanto, lo que tenemos de izquierda hoy prácticamente no existía antes de 1989, cuando Stroessner fue derrocado por su consuegro y hasta entonces aliado Andrés Rodríguez. A partir de ese entonces, la izquierda que tenemos hoy se fue formando poco a poco a partir de movimientos campesinos, organizaciones civiles, y pequeños partidos.
La primera vez que escuché hablar de Fernando Lugo, entonces obispo de San Pedro, fue allá por el año 2006. En aquella época nuestro presidente, Nicanor Duarte Frutos, había violado la constitución al asumir la presidencia de su partido. Esto no tendría nada de especial si no hubiera causado una manifestación de cuarenta mil personas de todos los sectores de la oposición, de la cual nació la Alianza Patriótica para el Cambio que terminaría por llevar a Lugo al poder.
Esta Alianza estaba conformada por el Partido Liberal y varios pequeños partidos socialistas y social demócratas. Fue desde siempre una alianza incómoda, pero gracias a esta incómoda amistad la oposición pudo acabar por primera vez en más de sesenta años con la hegemonía del Partido Colorado.
El gobierno de Lugo
Al comenzar Lugo su gobierno ya tenía la horca de la burguesía alrededor del cuello. En el senado hay apenas 3/45 izquierdistas, en la cámara de diputados 2/80. Los medios más leídos son todos burgueses, el sistema judicial está controlado por la burguesía, y aún quedan en la población residuos del anti-comunismo de Stroessner. Como muchos ya dijeron, fue un milagro que no lo sacaran desde un comienzo. Tal vez lo que lo salvó fue el odio que todavía se tienen los partidos derechistas.
En esa situación, Lugo tenía poco espacio político para moverse. Se encontraba en lo que Alain Badiou llama un “punto”, es decir, un momento crítico dentro de un proceso político en el cual una elección binaria decidiría el futuro del proceso entero (La Hipótesis Comunista). Podía ceder a las demandas de la derecha y moderar su política, o podía avanzar las políticas de izquierda utilizando las mismas fuerzas que lo pusieron en poder: fuerzas no institucionales, la fuerza de los movimientos populares. Lugo eligió la primera opción, y fue esa decisión la que sellaría su destino.
Es cierto, intentó implementar una que otra política progresista, como su reforma de salud. Pero de poco sirve una reforma de salud sin una reforma del sistema tributario para pagar por ella. De reforma agraria no se volvió a hablar desde el comienzo de su mandato. Es decir, no llegó a implementar ninguna reforma que ataque los intereses de la burguesía. Se ubicó “mbytetépe poncho jurúicha” (en el centro, como la boca del poncho). Y es que aunque quisiera, la forma de hacer política que escogió no le dejaba siquiera la posibilidad de desafiar el statu quo. No solo eso, sino que como ya dijeron varios, sus intentos de apaciguar a la derecha terminaron dándola la confianza necesaria para derrocarlo. El punto de Lugo se convirtió en fracaso, pues eligió la política errada. En vez de intentar salir de la horca, se quedó ahí y trató de aflojar el nudo. A la derecha solo le hacía falta ponerse de acuerdo para patear su plataforma.
Y ahora, ¿qué hacer?
Como si ya se hubiera dado cuenta de su error, la izquierda paraguaya está haciendo ahora lo que debería haber hecho durante todo el gobierno de Lugo. Formaron el Frente Nacional por la Defensa de la Democracia, y están movilizándose en repudio al nuevo gobierno de Franco. Pero ahora ya es muy tarde. Franco es presidente, y es poco probable que Lugo vuelva a serlo.
Pensando a futuro, sabemos ahora que dando concesiones a la derecha nunca se llega a ningún lado. Y que a pesar de tomar el poder del estado burgués, no podemos nunca olvidarnos de la verdadera base del poder socialista: el pueblo. Como dijo Bartomeu Melià, Paraguay va a ser salvado por el campesinado. Lugo mismo dijo que el cambio nunca va a venir de los ricos, de los que salen en las páginas sociales de la prensa. Bueno, el cambio tampoco va a venir del estado burgués, no importa quién esté en el poder.
Lo mejor que salió del gobierno de Lugo es sin ninguna duda la nueva unidad de la izquierda paraguaya, dentro del Frente Guasu (Frente Grande/Amplio). Anunciaron una lista unida para el parlamento, pero hay que recordar que eso no es suficiente. Hay que seguir organizando desde abajo, y luchar por un socialismo con una verdadera base popular. Un socialismo que pueda resistir cualquier presidente y cualquier parlamento, y cuyo poder no dependa de la complacencia de la burguesía ni del carisma de ninguna figura política. Construir ese socialismo es nuestra tarea.
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